Friday, August 19, 2005

Tinieblas existenciales

Ese día estaba sentado en la cantina de don Ceferino, el cojo, ya bien pedo y babeando con mi pelo desaliñado como fardel y plañidera gimoteando mi aciaga y amarga vida, no era el sepelio de ningún difunto pero ya ansiaba la resurrección, qué era la resurrección, ¿acaso una repetición infinita de una vida malhadada?, yo me preguntaba qué malditos era el cielo si yo siempre había vivido entre la mugre, entre la basura y la pestilencia, entre el hedor de las alcantarillas y la halitosis de mis compadres, entre la conmiseración y el trato inhumano de la gente, entre la calidez hipócrita de una familia, ¡qué diablos era el cielo! me preguntaba insistentemente y no hallaba respuesta y también me preguntaba si mi vida continuaría así en el más allá, yo invocaba una plegaria para que mejoraran el más acá, que ese ser omnipotente bajara nuevamente y sin pendejadas patéticas e inmolaciones lastimeras y nauseabundas, esperaba la gloria y el descenso de los ángeles para remediar este horror de mundo, los veía en mis sueños y eso sí no me cansaba de soñar, por eso, aquí, en mi mesa, babeando, desaliñado y con una copa vacía me dejaba transportar por los reinos del señor, allá de los que nos había prometido y esperaba no regresar en este mundo y esperaba ya no despertar, ¡pero malditos malditos malditos!, escuchaba nuevamente la voz del pinche cantinero que me pedía pagara la cuenta y me fuera al diablo, y lo malo es que yo también ansiaba ir allá pero no me iba ¡carajos!, a veces esperaba morirme tomando una copa y soñando con la paz y la beatitud, pero malditos este mundo terrenal y mundo me atraía como imán y no me dejaba caminar ni soñar, me ataba con sus largas y grávidas cadenas, esperaba una espada cortando esas cadenas pero solo el aire fresco de la mañana me despertaba incorporándome a la misma prisión de los infiernos, ya mil veces había tratado de escapar y la misma maldición me perseguía y me traía de vuelta, lo intentaba con obstinación pero siempre el mismo martirio, cansado de mí, busque otra salida y mil y un métodos pero la sombra aún me perseguía y sentía su presencia en todo momento... es más... ahí está en este momento, me acecha, no me deja respirar, me acosa, invocando al señor le pido que se aparte pero no recula, se obstina y permanece petrificada esperando el momento para atosigarme...esperen, la veo alejarse, pero volverá la maldita. Aquí te esperaré y ya hallaré la forma de librarme de ti.
Caminé aburrido pateando con mis zapatos viejos una piedra que andaba también perdida entre la calle, me decía que ya no se sentía sola porque también alguien la había tomado en cuenta aunque le pateara la espalda, me fue platicando todo el camino y yo la escuché respetuosamente pensé que ella también tenía el derecho de escuchar sus tribulaciones, me decía que había caído de un gran risco y que no había podido reincorporarse, no estás sola -le dije-, yo también me he perdido en este mundo y no logro como salir de este infierno y volver al paraíso prometido por mi padre. El me decía que su padre había soportado las inclemencias del tiempo y había visto el nacimiento de todo ser y que nunca, me dijo enérgicamente, había visto que en el principio de los tiempos fueran dos humanos los que poblaran este mundo, no, me dijo que eso era un cuento, ve con mi padre -me dijo-, el es testigo, el te contará toda la historia de esta tierra haber si así ya dejas de creer estupideces.
Yo no lo escucha y me aferraba, como el dice, a mis propias estupideces, creo que las amaba y por eso no quería dejarlas, creo que eso me impedía escapar de este mundo, sí , creo que eso era la sombra, sí, eso era lo que me perseguía, pero claro, no era fácil despejarse los nubarrones, los velos y las tinieblas que nos acechan, no hallaba la forma y siempre terminaba exhausto y tendido en el suelo esperando la luz, pero la luz estaba allí pero no la quería asir, me porfiaba de mis ideas y no cedía ápice alguno, no capitulaba la batalla y así luchaba en un mar de ideas hasta que la cabeza estuviera a punto de estallar, no era la primera vez y cuántas veces lo había hecho y en esas en ninguna había aprendido, seguía errante y estulto en mis prejuicios, mis ideas y mis estupideces, sentía que la cabeza estallaría, pero nunca sucedía esperaba que eso sucediera para terminar la guerra, pero la batalla reiniciaba y los combatientes volvían a parapetarse y a dispararse en una guerra interminable, después pensé en la paz, pero esto no funcionaba, la última vez que me fui ondeando un pedazo de trapo incrustado en un palo me zumbaron los balas por los oídos y dejé de intentarlo, me quedaba una carta sobre la manga pero no la quería soltar, sé que me daría el remedio pero pensaba que mi oponente me daría la estocada para hacerme creer lo que el quisiera y allí ya no tendría albedrío alguno, estaría dominado, sometido irremisiblemente a su palabra y yo no quería eso, quería derribarlo y ejercer mi soberanía, pero por otro lado, asía la carta con tal fuerza que me dolían las yemas de los dedos, ya se habían puesto moradas y sin embargo la batalla continuaba, mi tropa pedía auxilio y yo aquí indeciso veía morir a cada uno de mis combatientes, un sudor estremecedor empezaba a recorrer mi cuerpo, me forzaba a tomar una decisión, cada vez las gota se precipitaban como aludes, sentía el calor de la desesperación recorrer mi cuerpo, ya se habían unido para hacerme decidir, seguía indeciso y titubeando...mis soldados seguían combatiendo pero cada vez eran menos, la carta se desprendía de mis dedos, se dejaba caer dando maromas en el aire, cuando finalmente tocó el piso la guerra terminó y las tinieblas que se habían creado desaparecieron, fue como revivir de un sueño avasallador, me volví a dormir en un sueño pero era diferente, y.. por primera vez vi la sombra desaparecer de mi vista, ya no me acosaba ni siquiera sentía su sudor, me di cuenta de que el mundo que había soñado y al que me gustaba recurrir en las cantinas era producto de la fantasía, me di cuenta de que estaba viviendo en un infierno y que esta era la realidad y que no podías escapar de ella por más que te esforzaras, por más que te la maquillaran, allí estaba como el mármol más impoluto, mostrándote la verdadera luz, sin velos ni fantasías, sin promesas ni resurrecciones, sin paraísos ni cielos, ahí estaba y eso era lo que nunca había visto y eso era lo que la sombra me quería ocultar. Ahora solo sueño que no estoy soñando, ahora sueño que este sueño no es un sueño, que es la realidad.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home